Presentación

Con su particular forma que se asimila a aquella característica zona de los escualos, la Aleta de Tiburón da la bienvenida a la parte superior del valle del Francés dividiendo este circo en dos secciones, una occidental -dominada por el cerro Catedral- y otra oriental, con el Fortaleza como telón de fondo. Su filosa silueta fue esculpida tras miles de años por la erosión constante de antiguos y enormes glaciares que nacían en los fondos de los respectivos circos antes mencionados, y que confluían precisamente sobre su roca de granito.

Este cerro es un estupendo mirador de las hermosas montañas del valle como el Paine Grande, Cota 2000, Castillo, Punta Quirquinchos, Gemelos y los anteriormente señalados Catedral y Fortaleza. Además, constituye un excelente cerro de "aclimatación" al cambiante, y a veces poco amigable, clima patagónico. El granito que lo forma es de muy buena calidad, salvo los primeros 20 metros donde se encuentra mucho material suelto.

En la Aleta de Tiburón se puede identificar varias zonas de escalada:

• Pared Oeste: la primera ascensión al cerro se hizo por esta cara en enero de 1978.
• Pared Suroeste: por aquí fue donde los suecos Norm Larson, Patrick Lind, Magnus Nilson y la estadounidense Lorna Corson abrieron una linda ruta en febrero de 1992.
• Pared Noroeste: abierta por Charlie Fowler, Peter Appel y Sarah Wood de Estados Unidos en enero de 1995.
• Arista Sur: abierta por Gibert Bonneville, Miguel Ignat y Denis Ravaine en enero de 1982.
• Pared Este: cuenta con una ruta abierta por John Bolt y Pat Simmonds, a la fecha la más dura del cerro; 600 metros, ED. 

Entre estas zonas bien definidas existen pocas rutas propiamente tales, no obstante, el cerro ofrece un sinnúmero de variantes ya establecidas y muchas más por hacer.

Referencia

• Buscaini, Gino y Metzelin, Silvia. "Patagonia, tierra mágica para viajeros y alpinistas". Editorial Desnivel.