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Opinión: Desarrollo incierto

Rocio Ramirez

Posted on 02/06/2016

“Hoy nos vemos como un país hostil, con una sociedad cada vez más aislada, individualizada y con menos amigos”, fueron las palabras de Roberto Méndez en el último Congreso de Marketing Icare. Los datos indican que en Chile, “el tigre de Sudamérica”, las cosas no andan tan bien como algunos creen. Pero más sorprendente aún es la caída en la esperanza frente al desarrollo, ya que en los últimos 9 años, cada vez menos gente cree que dentro de poco podamos ser un país desarrollado. Pero, ¿queremos realmente ser un país “desarrollado”? ¿Quiénes quieren ser un país “desarrollado”? ¿Cómo logramos ser un país “desarrollado”?

A raíz de estas preguntas es evidente que ya no todos entendemos “desarrollo” de la misma manera; muchos hablan del cambio que se aproxima en la sociedad, de que ya la sociedad no tiene las mismas necesidades y por lo tanto tiene distintas exigencias, pero pocos se hacen cargo de estas transformaciones. Para poder hablar en el código que la sociedad exige, se vuelve indispensable preguntarnos qué entendemos por “desarrollo” y cómo este concepto ha transformado su contenido de hace diez años atrás. Esto nos lleva finalmente a plantearnos: ¿Qué tipo de “desarrollo” queremos para nuestro país y futuras generaciones?


Gracias a la globalización, podemos observar, comparar y criticar la cultura en la que vivimos. Así mismo, podemos preguntarnos si queremos seguir haciendo las cosas tal y como se han hecho hasta ahora. ¿Queremos realmente reproducir ese modus operandi? ¿Deseamos todos el mismo tipo de desarrollo que ha evolucionado desde la Revolución Industrial, aquel que buscaba maximizar el rendimiento de los procesos y que derivó en normalizar el estrés y sacrificar las relaciones humanas con el fin de producir más dinero a costas de la calidad de vida?


En este escenario de incertidumbre propia de una sociedad – y mundo – que cambia a pasos acelerados, donde las antiguas estructuras se relativizan para dar cabida a nuevos paradigmas, hay una certeza: la modernidad ha traído consigo un aumento en la complejidad sin precedentes, y por lo mismo, exige decisiones; el tiempo es escaso y hay una enorme gama de posibilidades a nuestra disposición. No podemos tenerlo todo.


Frente a esto, estamos obligados a elegir un modelo de “desarrollo” que transita entre dos polos tensionados: por un lado, y siguiendo el modelo actual, una tendencia al crecimiento económico como fin último, basado en la competencia y en el éxito; en la ambición de soberanía. Un paradigma orientado al rendimiento y optimización, para generar un producto que pierde su sentido primero; donde el resultado es más importante que el camino recorrido, donde el fin justifica los medios.

 


Por otro lado, y que va tomando cada vez más peso, la recuperación de una corriente colaborativa, comunitaria y sustentable; encausada hacia la responsabilidad de nuestros actos productivos, una sostenibilidad que da coherencia a nuestro quehacer y proyección en equilibrio. Se trata de volver a antiguas cosmovisiones, llamadas al respeto y armonía con la naturaleza. Un paradigma basado en el ser humano como cohabitante de un entorno, no como dueño; una revalorización de las relaciones y producciones a escala humana, sin que la ambición defina y vicie dichas relaciones.


Entonces, ¿qué camino elegimos hacia el “desarrollo”?

 


Más información sobre la ONG SinHuella en:

Página Web: http://www.sinhuella.org/
Página Facebook: http://www.sinhuella.org/

Rocio Ramirez

Socióloga de profesión, deportista de corazón, con fácil capacidad de asombro. De niña quise ser parte de "ayuda a tu mundo", ahora lo hago desde SinHuella, combinando mi pasión por el deporte y el cuidado al entorno que nos da vida.

COMENTARIOS
Antonia Madrid

01/06/2016

Qué buena columna... el malentendido concepto de desarrollo nos ha llevado a creer que el método de producción actual es el único existente, fomentando la producción al máximo sin proyectar las consecuencia futuras. La invitación está hecha para creer y hacer del mundo algo diferente, retomando elementos olvidados: nuestra condición de habitantes de la tierra, y nuestro deber de cuidarla y protegerla.


María olivia Riquelme

01/06/2016

interesante el tema... creo que es bueno plantearse interrogantes como éstas, que finalmente, nos llevan a preguntarnos por el tipo de paradigma que queremos producir y reproducir.


David Valdés

02/06/2016

Interesante la columna, mi primera pregunta a la columnista es ¿qué camino elige ella y por qué?


Rocio Ramirez

02/06/2016

David, definitivamente me inclino por uno enfocado en las relaciones humanas y la calidad de vida; trabajar para vivir y no vivir para trabajar (aun que cueste a veces). Creo que como sociedad "desarrollada" ("wannabe" primer mundista) hemos cometido el grave error de olvidar nuestras tradiciones culturales arraigadas al territorio en donde vivimos, arrasando con cosmovisiones "primitivas" que creo más sustentables y en armonía con la naturaleza, mucho más sabias respecto a nuestro entorno, a la vida y al universo. Creo que debemos comenzar a vivir más esa sabiduría (más trascendente e importante a la hora de crecer como seres vivos) que competir por méritos que escapan de nuestra formación espiritual.


Ester Pardina

02/06/2016

Saludos Rocio! La eterna pregunta, que narices es eso del desarrollo? Que entiende cada unx como tal? Porque hay muchos desarrollos muy importantes y vitales y humanos que no son tenidos en cuenta como tal. Hay que pensar la vida enfocada al decrecimiento. (No se si conoces ésta corriente). Tarea no fácilmente de seguir porque hemos nacido enmedio de unos determinados hábitos, y todxs tenemos que poner de nuestra parte. Además el poder capitalista mundial, manda en lo que ellxs creen como desarrollo. ¿Va a ser fácil luchar contra ello? Un beso, desde muy lejos. ?


Paulo Cox

02/06/2016

Gracias Rocío por la columna. Un par de comentarios al respecto. Hace ya varios años que incluso los economistas (quienes en Chile, en su gran mayoría, aún creen en un desarrollo entendido como mayor pib per cápita) han impulsado modos distintos de medir y entender el desarrollo. Esto es directo en los esfuerzos de los nobeles de economía Sen y Stiglitz, quienes elaboraron una propuesta para la OECD (ver https://www.oecd.org/site/ssfc2011/). Y de forma indirecta, en la visión de los economistas más influyentes por estos días (futuros nobelizables), Acemoglu y Robinson, y Piketty. La visión anticuada, limitada, de pib per cápita, es cada vez más menos utilizada entre los mismos economistas. No hay consenso, sin embargo, en cómo debemos entender el desarrollo de manera de cuantificarlo y poner objetivos para la implementación de políticas públicas para conseguirlos.

Eché de menos que la autora NO se la jugara por una de las alternativas al final (al poner la pregunta), al mismo tiempo que de sus líneas se dejan entrever sus preferencias. Por otro lado, sería interesante ahondar en qué se traduce esta forma distinta de ver y entender el desarrollo, dando ejemplos de medidas de política pública que nos conduzcan a ello. Es importante descubrir y discutir este tópico. Pero estos llamados, que han tomado lugar hace harto tiempo en otras sociedades, deben ahora tratar de traducirse en propuestas más concretas de política pública.


Martín Montes

02/06/2016

Interesante columna. Es claro que en el último siglo ha imperado un tipo de desarrollo que, sin mayor consenso por parte de la ciudadanía, ha buscado la maximización de los recursos como guía fundamental y con ello han crecido las ciudades, desigualdades, el número de relaciones humanas (por lo cual más que desarrollo se le asocia a crecimiento) trayendo con ello múltiples consecuencias. Frente a esto es necesario buscar nuevos rumbos, sin embargo creo que este nuevo desarrollo al que te refieres sólo sería sustentable en la medida que seamos capaces de entablar diálogos democráticos sobre el desarrollo que cada territorio, desde sus propias características, desea buscar. Lo que quiero decir es que si imponemos un nuevo tipo de desarrollo, por más amigable que sea, dentro de X años más vamos a volver a la misma situación que nos encontramos hoy.


Rocio Ramirez

03/06/2016

Muy buen punto Martin, gracias por tu opinión. Es verdad que a veces por querer hacer mejor las cosas, las corrientes intentan arrasar con el statu quo, y no sirve de nada si estas soluciones no vienen desde la comunidad que las valide. Por eso uso el concepto de sustentabilidad y sostenibilidad, que quiere decir que apunta a procesos validados socialmente y coherentes con una participación comunitaria, sin imposiciones, que perduren en el tiempo. Gracias Paulo por tu aporte, es cierto que hay lugares en donde estos temas están bastante más desarrollados que acá. Lo importante es que como sociedad seamos capaces de impulsar estas nuevas ideas a nivel local para que las iniciativas sustentables y más humanas no sólo se queden en el viejo continente. En cuanto a mi opinión, ya expuse un problema que me genera preocupación, prefiero hacerle la pregunta final a los lectores. No tengo la última palabra, por lo que espero seguir informandome y enriqueciendome de opiniones como las tuyas y de los demás colaboradores para profundizar nuevamente en el tema con ejemplos más contundentes.


Alvaro Acevedo

11/06/2016

Bonita visión. Asumo que para llegar a ella hay que terminar con la pobreza antes. Si es así:¿cómo pretendes lograrlo? ¿Creciendo o redistribuyendo? Y si superar la pobreza no es importante ¿te parece eso moralmente adecuado?


Rocio Ramirez

15/06/2016

Alvaro, creo que la pobreza se puede superar más DESDE el segundo paradigma que del primero, los indicadores económicos no lo son todo ni lo único para la superación de ésta. Del primero siempre van a existir estructuras jerárquicas y aparato burocrático, por lo que inevitablemente va a haber un escalafón menos favorecido, el que estará a la deriva de quienes quieran permitirle un mayor y mejor acceso a recursos básicos y una vida digna. A pesar de que el PIB per cápita fuera el mayor de la historia, esto puede significar la sociedad más desigual de la historia. Por lo tanto, creo que la superación de la pobreza no está en el primer y actual paradigma. En cambio, con el segundo paradigma, el foco está en la comunidad, solidaridad y empatía, en democratizar el acceso a los recursos y medios de producción, sin la necesidad de sentirse merecedores de una vida de lujo a expensas de una mala distribución. O al menos, ese es el paradigma que me imagino.


Alvaro Acevedo

22/06/2016

Rocío: sin tantos "paradigmas" tengo la impresión que lo que describes se llama "socialismo" y la evidencia del siglo XX indica que no funciona.