Última entrega de una serie de preguntas frecuentes que no dejan dormir a nuestros editores ,como por ejemplo, ¿quién fue el primer ser humano en pisar el punto más alto de una montaña?
Muchos se preguntan en qué consiste realmente el trabajo editorial de Andeshandbook. En esta columna me he enfocado en tres preguntas que nos han dado, durante años, mucho trabajo y nos han costado largas discusiones que, en ocasiones, han subido de tono.
Son tres preguntas que por su sencillez parecieran muy fáciles de responder, sin embargo, no siempre lo son.
1. ¿Cuándo un cerro es un cerro? Lee artículo aquí
2. ¿Cómo se llama un cerro? Lee artículo aquí
A continuación, indagaré en la tercera y última pregunta que nos queda.
Primeros ascensos que no fueron los primeros: ¿Quién fue el primero en subir un cerro?
Parece una pregunta fácil de responder, pero a medida que se revisa la historia comienzan a aparecer dificultades. Y dudas, muchas dudas.
Se supone que un primer ascenso es algo simple: un cerro no ha sido ascendido nunca y alguien llega por primera vez a su cumbre. Algo tan simple como eso ha llevado a acaloradas discusiones porque, por diferentes razones, aparecen dudas.
Sobre esto existe un largo historial no sólo en nuestros Andes, sino que en todos los grandes cordones montañosos del mundo.
Algunas de estas razones pueden ser:
- Información poco convincente aportada por un montañista
Casos como este hay muchos, algunos de ellos ya legendarios, y existe mucha literatura al respecto. En los casos más antiguos, anteriores al uso de cámaras fotográficas en la montaña, es decisión de cada uno creer o no creer.
Por ejemplo, el ascenso de 1908 al Huascarán Norte por la norteamericana Annie Smith Peck. Esta montañista, al parecer, buscaba establecer un récord de altitud femenino y no sólo dijo haber alcanzado la cumbre del cerro, sino que dijo que ésta llegaba a los 7300m con lo que ella se convertía en la mujer que había alcanzado una mayor altitud en el mundo.
Su error, no sabemos si voluntario o involuntario, fue corregido puesto que el Huascarán Norte tiene casi 700m menos que los asignados por la norteamericana. Pero la polémica no se detuvo ahí y hubo quienes aseguraron que no habría llegado a la cumbre y que sólo había alcanzado la zona conocida como “La Garganta”. Algunas fotos tomadas durante la expedición la muestran a ella sobre esta zona, pero no hay fotos de la cumbre, por lo que cada uno puede decidir si creerle o no.
Aún más polémico resultó el supuesto primer ascenso del italiano Cesare Maestri junto al austriaco Toni Egger al cerro Torre en 1958. Éste debe ser uno de los casos más famosos de la historia del montañismo, por lo que no vale la pena profundizar acá sobre él. Sólo basta decir que, con el tiempo, la credibilidad de Maestri decayó a tal punto que pasó de ser uno de los grandes montañistas del mundo a convertirse en sinónimo de contador de historias poco creíbles. Para resumir: ya nadie cree su versión del primer ascenso al cerro Torre y su prestigio como montañista se esfumó.
Dudas sobre la información provista por montañistas y escaladores ha existido siempre cuando se trata de un primer ascenso o de la apertura de una ruta difícil y no hay pruebas que demuestren lo realizado. No es algo nuevo, pero con el uso de nuevos equipos y tecnologías en la montaña, esto ha ido disminuyendo porque ya nadie o casi nadie puede decir que no tiene forma de demostrar lo que hizo.
- Errores en la información aportada por un montañista (una cumbre que no es una cumbre)
Lo primero que hay que decir acá es que la cumbre de un cerro es una y no varias. Es verdad que hay casos en que se considera que un cerro tiene varias cumbres, por ejemplo, el Morado, pero la “cumbre” del Morado es la Norte y el primer ascenso a este cerro es el primer ascenso a su punto más alto, es decir, a la cumbre Norte. Esto último no impide que las rutas más interesantes y difíciles a este cerro culminen en la cumbre Sur.

El verdadero problema aparece cuando alguien, probablemente de buena fe, asegura haber ascendido por primera vez un cerro y más tarde se comprueba que ese punto al que llegó no era el más alto. En muchas ocasiones no es fácil saber esto. En algunos casos, como el cerro Placas, hay dos cumbres con una diferencia de apenas 8 metros entre ellas.
A cierta distancia, esos 8 metros son casi imperceptibles y cuesta saber cuál de las cumbres es más alta. Esto pareciera ser lo que les ocurrió a los ilustres socios del DAV Eberhard Meier y Juan Harseim, quienes en 1943 ascendieron a la cumbre Sur del cerro Placas y se atribuyeron el primer ascenso a este cerro. Más tarde, en 1954, Jorge Quinteros asciende a esta cumbre y continúa su recorrido para subir por primera vez a la cumbre Norte, la que consideró más alta. Muchos años más tarde, cuando ya existían los GPS, se pudieron medir ambas cumbre para determinar que la Norte sería unos 8 metros más alta, algo que a la distancia es poco claro.

Casos como éste hay muchísimos en la Cordillera de los Andes. Sólo por nombrar algunos más, en esta lista se encuentran algunos famosos como la baronesa Nadine Lougonine von Meyendorff y, nada menos, que Federico Reichert quienes subieron, en 1903 y en 1907 respectivamente, alguna cumbre secundaria del cerro Gemelos.
Otro cerro que ha dado qué hablar provocando más de un dolor de cabeza al equipo editorial ha sido el cerro Agujereado, en la región de O’Higgins. Así como existen cerros con dos cumbres como el Placas que tiene una cumbre Norte y una cumbre Sur, el Agujereado tiene nada menos que cuatro.
El primer ascenso a este cerro se le atribuye a los famosos miembros del Club Andino de Rancagua, Augusto Figueroa, Gonzalo de Pablo y Antonio Azpiazu quienes ascendieron el cerro en 1958. El problema, como era de esperar, es que subieron a una de las cuatro cumbres que no sería precisamente la más alta, sino que sería casi 50m más baja que la cumbre principal. Para hacer todo más complicado aún, no se sabe quién subió por primera vez a la cumbre principal. Es posible que quien lo haya hecho no haya sabido que se trataba de un primer ascenso.

- Contradicciones en la información aportada por un montañista
Estos casos deben ser los más extraños de todos, pero aunque cueste creerlo, ocurren con cierta frecuencia.
Se trata de algo así como lo que dijo Carlos Caszely: “no siempre estoy de acuerdo con lo que pienso.” Montañistas que subieron un cerro, objetivamente se dan cuenta que no llegaron a la cumbre, pero a pesar de esto y, contradiciéndose a sí mismos, dicen haber llegado a la cima. Algo así como un autoengaño.
Suena raro y poco difícil de creer, así que es mejor dar un ejemplo de este fenómeno.
En 1945, Arturo Larraín y Enrique Araya intentaron ascender el difícil cerro Chimbote. Ambos realizaron un intento notable que culminó en el “borde de la cornisa de roca muy descompuesta que une las cumbres Norte y Sur”, es decir, en un filo. Según el propio relato de Larraín, la verdadera cima del cerro era la cumbre Norte. A pesar de esto, Larraín publicó un relato en la Revista Andina de ese mismo año titulado “Primera ascensión de los cerros Chimbote (5.430 mts.) y “Reichert” (5.470 mts.)”.
Es decir, que el propio Larraín señala en su relato no haber llegado a la cumbre, pero al mismo tiempo se adjudica el primer ascenso al cerro. Le faltó escribir un “no siempre estoy de acuerdo con lo que pienso.” Con este relato de ascenso/no ascenso Larraín se podría considerar, al menos en Chile, como el creador de un nuevo género literario. Tal vez un sicólogo nos podría decir qué lo llevó a hacerlo.
Más de alguien puede pensar que el caso de Larraín es único en la historia y que lo suyo fue algo excepcional. Aunque parezca difícil de creer, no lo es. Hay más.
Acá va otro ejemplo que ha dado mucho que hablar: el destacado montañista chileno Dagoberto Delgado en el cerro Torre.
En 1987, Delgado junto a otro gran montañista, el polaco Ryszard Pawlowsky, intentó escalar el cerro Torre por el filo Sureste. Delgado califica la ruta de “criticada y envidiada” por haber sido abierta por el “gran Cesare Maestri”. Para esa fecha, el cerro Torre todavía no había sido ascendido por ningún chileno y Delgado quería ser el primero.
En el relato publicado en la Revista Andina de 1994, Delgado habla de la ascensión al cerro, pero más adelante dice “alcanzamos la superficie del hongo, a pasos de la cima, ubicada quién sabe donde.” Es decir, dice haber ascendido el cerro, pero también dice no haber alcanzado la cima.
Lo más difícil de esto es que, en casos como el de Larraín y Delgado, montañistas experimentados nos entregaron información equivocada a pesar de que, al parecer, obraron de buena fe. Casos así puede haber aún varios más y todavía no lo sabemos.
También puede ser mejor que sigamos sin saberlo. ¿Quién sabe?
Probablemente, las preguntas que acá se divulgan son las más frecuentes y las más difícil de dilucidar, lo que no quita que hayan muchas otras cuestiones que dificultan el trabajo de los editores. Sin embargo, creemos que estos debates enriquecen la cultura de montaña de la cordillera de Los Andes.
¿Y tú, qué opinas?