Segunda entrega de una serie de preguntas frecuentes que no dejan dormir a nuestros editores y que probablemente les ha dado uno que otro dolor de cabeza.
Muchos se preguntan en qué consiste realmente el trabajo editorial de Andeshandbook.
En esta columna no voy a intentar responder cabalmente a esa pregunta, pero sí voy a enfocarme en tres preguntas que nos han dado, durante años, mucho trabajo y nos han costado largas discusiones que, en ocasiones, han subido de tono.
Son tres preguntas que por su sencillez parecieran muy fáciles de responder, sin embargo, no siempre lo son.
- ¿Cuándo un cerro es un cerro?
- ¿Cómo se llama un cerro?
- ¿Quién fue el primero en subir un cerro?

En otras partes del mundo, donde existe una larga tradición de montaña como en Los Alpes o en los Pirineos, estas preguntas fueron respondidas hace mucho tiempo y nadie se enfrascaba en una discusión acerca de ellas.
En nuestros Andes, cadena montañosa mucho más grande y menos habitada que las ya mencionadas, estas preguntas vuelven una y otra vez porque todavía quedan zonas casi desconocidas o porque la cartografía o la bibliografía existente es poco precisa y deja grandes espacios para dudas.
Cerros que no se llaman como se llaman
Cuando ocurreo que los cerros no se llaman como creemos que se llaman, suele traer problemas a nuestro trabajo de editores. En una oportunidad, había que intentar subir uno de los cerros de uno de los cordones que, debido a su toponimia confusa, más dolores de cabeza nos había dado.
Nuestro objetivo era subir un cerro que creíamos se llamaba Halcón Alto, porque el abnegado Ulrich Lorber así lo había identificado en el Proyecto Nomenclatura.

Ulrich, el montañista más sensato que he conocido, había contactado a una buena cantidad de montañistas de Valparaíso para tratar de dilucidar el rompecabezas que le ofrecía el cordón Halcones, y había identificado de la mejor forma que pudo los cerros Halcón Alto y CACH Valparaíso.

En el 2008 hicimos cumbre en el cerro que pensábamos era el Halcón Alto y así lo publicamos en todas partes. Mis fotos las guardé en una carpeta llamada Halcón Alto.
El ascenso no fue algo tan fácil, fue una subida larga que, por algunos tramos, tenía una fuerte pendiente que obligaba al buen uso de piolet y crampones. De los seis del grupo, sólo dos alcanzamos la cumbre y no encontramos ningún rastro de los ascensos anteriores. Sabíamos por un relato de Camilo Rada que él había subido el cerro años antes, aunque no le daba nombre, así que nos quedamos tranquilos con nuestro ascenso al Halcón Alto y publicamos la información de la ruta de ascenso a este cerro que en su descripción incluía toda la historia que conocíamos hasta que tuvimos que sorprendernos por nuestro error: nuestro Halcón Alto no era el Halcón Alto.
En el 2011, un grupo de montañistas de Los Andes ascendió el cerro siguiendo nuestra descripción de la ruta que, al parecer, les fue de utilidad. La única gran diferencia con nuestro ascenso es que ellos en la cumbre sí encontraron testimonios de los ascensos anteriores. Encontraron el testimonio de Camilo Rada del 2003 en el que no se menciona el nombre del cerro.

Y también encontraron el testimonio de 1951 del primer ascenso. En este testimonio, además de los nombres de quienes hicieron cumbre, se señala el nombre que le dan al cerro que acaban de subir: CACH V (la V era por Valparaíso). Es decir que nos habíamos equivocado y teníamos que reescribir buena parte de lo que habíamos publicado.

Esta historia del CACH Valparaíso y el Halcón Alto se ha repetido varias veces. Una de los ejemplos más notables fue cuando tuvimos que reordenar los cerros del cordón del Cepo porque nos dimos cuenta que el cerro Klatt era uno diferente al que creíamos. Nuevamente un testimonio del primer ascenso nos había mostrado nuestro error.
Como ya nos había advertido en alguna ocasión el historiador Evelio Echevarría, antes de intentar entender la toponimia de este cordón es necesario tomarse un par de aspirinas. A pesar de haber seguido el consejo de Evelio, el dolor de cabeza provocado por este grupo de cerros fue inevitable.


Porque ¿cómo se llaman los cerros? Nuevamente hay que recordar a Ulrich: los cerros se llaman cómo la mayoría de la gente los llama. Si a un cerro todos lo llamamos Everest, el cerro se llama Everest aunque un gobierno quiera llamarlo de otra forma. Si el nuevo nombre propuesto por ese gobierno es aceptado por la mayoría y se lo comienza a llamar de esa otra forma, quiere decir que el cerro cambió de nombre y no sería la primera vez que esto ocurre. Un ejemplo de esto último es el Denali, ex McKinley.
Pero los problemas son más complejos porque, por ejemplo, nuestra cartografía está llena de vacíos. De hecho, en las cartas del IGM casi ningún cerro del cordón Halcones tiene nombre. Por eso es que Ulrich tuvo que dedicar tantos años al Proyecto Nomenclatura.
¿Qué hacer con todas estas omisiones? ¿Ponerse a bautizar cerros? Por ningún motivo.
En estos casos es recomendable seguir las reglas de la toponimia propuestas por el glaciólogo francés Louis Lliboutry. Estas tres reglas dicen básicamente lo siguiente:
- Se aceptan los nombres dados por los habitantes locales a los cerros.
- Se aceptan los nombres dados por montañistas que realizan un primer ascenso a un cerro innominado.
- Se aceptan los nombres dados por comisiones oficiales a cerros innominados.
De estas tres reglas, probablemente la segunda sea la que más nos interese porque significa que se puede subir cerros innominados y bautizarlos si es que realmente se trata de un primer ascenso.
Esto último parece ser algo adictivo o quizás atávico entre los montañistas porque en Andeshandbook hemos tenido que reconocer una gran cantidad de nuevos nombres de cerros que han sido ascendidos por primera vez.
Por “primera vez” quiere decir por primera vez hasta la cumbre, no por segunda ni hasta un lugar cerca de la cumbre. La cumbre de un cerro es el punto más alto de éste, no otro. Como hay bautizos de cerros, también hay recomendaciones para esto.
¿Quién más que el prolífico Evelio Echevarría pudo haber escrito estas recomendaciones? Sus propias recomendaciones las siguió al extremo de querer rebautizar un cerro saltándose así las reglas de la toponimia de Lliboutry. Se trata del cerro Santa Rita. Este cerro había sido ascendido por primera vez por militares argentinos, pero Evelio encontró que el nombre estaba demasiado repetido y propuso cambiarlo por Guardián del Portillo, aún sabiendo que su ascenso era el segundo. En casos como éste, en Andeshandbook hemos preferido mantener la denominación inicial del cerro a pesar de que se trate de un nombre poco original.
Entre otras, las recomendaciones de Evelio proponen evitar el uso de nombres de personas para los cerros. ¿No es una mala elección haber llamado con el apellido de un funcionario inglés al cerro más alto del mundo que está ubicado en la frontera de Nepal y Tibet? Esta recomendación de Evelio pocas veces se sigue y hemos tenido que aceptar varios bautizos con nombres de personas.
A Ulrich Lorber esta costumbre también le desagradaba y desaconsejaba seguirla. A pesar de esto, alguien quiso bautizar un cerro con su nombre y, aunque tuvimos algunas dudas iniciales, puesto que se trataba de un segundo ascenso y quienes realizaron el primero no se dieron el trabajo de bautizar el cerro, terminamos aceptando la propuesta.
¡Qué Ulrich nos perdone por este atrevimiento!
