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Opinión: Deporte y Medio Ambiente ¿Cuál es el Problema?

Alvaro Escobar

Publicado el 26/04/2016

Desde niño me enseñaron que hacer deporte es algo bueno en sí mismo, que entre otras cosas, nos ayuda a llevar una vida sana. También tuve la suerte de que mis padres permanentemente me llevaran a acampar y a jugar al cerro, a los ríos y donde sea que el viento pegara en la cara, lo cual resultó ser una excepción entre mis pares, la mayor parte de mi niñez.

Hoy, sin embargo, percibo que cada día que pasa la gente valora más los beneficios del deporte y del estar en contacto con la naturaleza. Este fenómeno, extendido a nivel mundial, ha tenido como resultado la popularización de deportes reservados para aquellos que eran considerados locos y también ha promovido el surgimiento de nuevas disciplinas y actividades al aire libre.

 

Mi análisis al respecto, a nivel nacional, tiene dos aspectos. El primero es positivo y tiene que ver con que cada día hay más personas que experimentan y valoran los beneficios que el deporte brinda a quienes lo practican, así como también los beneficios que provee el contacto con la naturaleza a la salud mental y espiritual de las personas.


El segundo no es tan bueno y tiene que ver con el medio ambiente y los ecosistemas donde practicamos los deportes que tanto nos gustan. El problema más común es que hoy resulta muy común salir al cerro y encontrarse con papeles con residuos fecales, restos de comida, envoltorios o cualquier otro tipo de desechos humanos, situación que ocurre hasta en los lugares más remotos e inhóspitos. También aparecen problemas difíciles de percibir a simple vista, como la apertura de nuevos senderos (atajos o caminos alternativos), pérdida de suelo, alteración de la vegetación y cambios en la conducta de la fauna local, por nombrar algunos.

 

¿Cuál es la solución a esta encrucijada entre deporte y naturaleza?


 

En esta materia no hay recetas, pero hay algunas consideraciones que pueden ayudar disminuir el impacto humano en la naturaleza. La primera es planificar nuestras salidas para que no nos falte nada y así no tengamos que extraer recursos del lugar que visitamos. Lo segundo, es informarnos sobre el lugar que visitaremos y el contexto en el que estaremos inmersos, investigando la ruta que se realizará, el equipo necesario para esto, la flora y fauna del lugar que se visitará y cómo debemos actuar para no alterar su comportamiento natural. En tercer lugar, debemos ser responsables y conscientes de nuestros actos, lo que significa tomar un rol activo. Esto involucra llevarnos todos nuestros deshechos y tratar de no dejar rastros, lo que en muchos casos implica no hacer fogatas, elegir momentos de poca concurrencia o períodos en que no interfiramos con el comportamiento natural de la fauna local (como el anidamiento de aves por ejemplo). Por último, debemos aceptar y exigir normas y equipamiento que se ajusten a la realidad local y necesidades de las circunstancias, que regulen y permitan un desarrollo armónico de los deportes y los ecosistemas donde éstos se practican.


En resumen, lo más importante es tener un cambio de actitud, que parte con hacernos más conscientes de nuestra actividad y que continua con tomar un rol activo al respecto. El poder de cuidar lo que nos apasiona está en nuestras manos.

 

 

Más información sobre la ONG SinHuella en:

 

Página Web: http://www.sinhuella.org/

Página Facebook: http://www.sinhuella.org/

Alvaro Escobar

Soy escalador y montañista, tambien soy Ingeniero Forestal y amante de la naturaleza. Dedico mi tiempo a tratar de combinar estos intereses en un estilo de vida, que aun no defino, pero que de a poco comienza a tomar forma y que hoy se llama SinHuell

COMENTARIOS
juan luis gueneau de mussy

27/04/2016

Muy Buena Columna Alvaro!Interesante y contingente el tema. Los deportes al aire libre son cada vez más populares y claramente esto con lleva un mayor impacto. Es de extrema necesidad poner en la palestra estos problemas y sobre todo empezar a actuar para poder minimizarlos. Gracias por la información. Espero que sigan apareciendo artículos similares.


Antonia Madrid Cox

27/04/2016

Qué importante el tema! Más todavía con el aumento de personas que realizan actividades al aire libre y en contacto con la naturaleza...debemos ser responsables y proteger nuestras bellezas naturales.


Diego Figueroa Amunategui

27/04/2016

En extremo interesante!. Creo en estos cambios de conciencia, de actitud y de tener presente el daño que causamos cuando no estamos en conocimiento de lo que nuestras acciones provocan y pueden provocar. Gracias por la info!


José Mena

27/04/2016

Se dice que uno/a quiere y cuida la naturaleza que conoce, entonces cabe preguntarse, ¿en qué momento tuvo lugar el divorcio entre aquel conocer/querer y el prometido cuidado? Recuerdo que un día de Abril del año 2011, el cerro Manquehue apareció cubierto por más de 100 rayados sobre las rocas a lo largo del sendero que sube a la cumbre. Era evidente que ese crimen había sido perpetrado por una misma mano, y sin duda era más escandaloso todavía el que aquella mano hubiera sido la de una persona que guió -probablemente con buenas intenciones- una procesión religiosa hasta la cima. Decenas de símbolos cristianos y mensajes religiosos habían sido intercalados con flechas pintadas en spray, a modo de una terrible señalética. ¿Qué clase de conocer/querer/cuidar la naturaleza era ese? Casos como éste hay montones y sólo hacen patente la importancia de que la difusión de actividades al aire libre -y en particular aquella que se desarrolla en nuestra cordillera- debe ir acompañada de un proceso educativo comunitario, horizontal y muy paciente.


Marcelo Camus

27/04/2016

Alvaro, creo que tocas un tema clave en tu columna. En el equipo de Andeshandbook hemos vivido con particular sensibilidad este tema porque hemos sido parte activa en la divulgación de nuevas rutas y en la masificación de los deportes de montaña. En varias ocaciones nos hemos preguntado si estaremos haciendo lo correcto porque estamos conscientes del impacto en la conservación que estas actividades tienen sobre ciertos ecosistemas. Mayor información genera mayor exploración y la exploración tiene impacto, no hay duda. Por otro lado hemos creído que para cuidar primero hay que conocer y amar el patrimonio natural que las montañas representan. Esperamos que el tiempo nos de la razón y que las personas después de penetrar los territorios andinos regresen a sus casas con las ganas y convicción que debemos cuidarlas para el uso y goce de las próximas generaciones. Los scouts me enseñaron que debemos dejar las cosas mejor que como las encontramos, ojalá con el tiempo toda la comunidad de amantes de las montañas vivamos de esa forma.


Valentina Risopatrón

28/04/2016

Excelente columna, muy interesante el análisis de conciencia de la actualidad. Muchisimas gracias por la entrega de información


Juan Cristóbal Hurtado

28/04/2016

Muy atingente el tema al estado actual de los lugares que visitamos los que nos gusta la vida al aire libre. He escuchado de todo, que la basura la dejan los que andan en auto, los arrieros, los campistas, los punks (aguante Barry Blanchard)... nunca los montañistas o escaladores. Bueno, al parecer, los punks subieron en auto junto a los arrieros y campistas y otros sucios al campo 2 del San José, cruzaron un nevero y dejaron basura al por mayor. Ni hablar de Federación. La cosa parte por nosotros y tener conciencia es nuestra obligación. No dejar rastro implica no dejar papeles con caca, no botar el mate ya tomado, ni la bolsa de te, ni la cascara de plátano o naranja, ni nada. ¡Todo de vuelta! Lleve su bolsa amigo.